LA FINALIDAD DE LAS COSAS

 Cuando buscas conseguir algo, eso se hace posible si utilizas los medios adecuados. Por ejemplo, para subir una colina, puedes emplear un calzado ligero, pero si pretendes escalar una cima de 8000 metros, debes tener muchas cosas en cuenta. A nadie se le ocurre afrontar la subida al Everest con zapatillas del mercadillo, por ejemplo.

 



Lo que intendo decir tiene mucho que ver con lo vivido este fin de semana, o todas las semanas previas o las que quedan. Alguien podría pensar que lo de la marcha de Málaga ha sido un esfuerzo enorme, o que la marcha ciclista o a pie de esta mañana ha sido agotadora. Y seguro que tiene razón, pero como en una gran escalada, cosas que parecer en un momento dado prescindibles, luego se demuestran de gran valor.

 

A la marcha de ayer muchos esperaban que asistiera mucha gente. Se olvidan de que ese no era el objetivo, que el objetivo, por encima de otros, era sensibilizar, dar más a conocer nuestro proyecto en medio de una sociedad, que a veces pasa indiferente ante el sufrimiento de los demás. Si con la marcha se ha conseguido que sólo unas cuantas personas más se unan a la marcha, estará bien empleado ese esfuerzo. Y no olvidemos que los niños están viviendo algo nuevo, algo que les puede estar marcando para toda la vida. Tampoco olvidemos que mucha gente que no pudo ir, hemos estado apoyando esa marcha de otra forma en la distancia. No eran un puñado de personas, eran cientos, miles, los que marchaban con vosotros.

 

La actividad de hoy, más cercana, más emotiva demuestra lo mismo, que lo importante es el fin último, no el medio para conseguirlo. Los que han hecho un esfuerzo con el calor, estaban apoyados por los que ya no podemos hacer eso y nos encantaría. Los que han ido en sus bicis, no olvidan que muchos querrían poder hacer lo mismo, vivir esa sensación de libertad.

 

Veréis, estas dos actividades, tan importantes como la verbena en la que tanto se recaudó, son igual de importantes, porque esas, las que ya se han hecho y las que se harán, buscan el mismo fin. Cada cansancio tiene siempre una recompensa: LA SATISFACCIÓN DE LAS COSAS BIEN HECHAS. Porque cuando las cosas se hacen bien, se está consiguiendo el FIN ÚLTIMO, ese que mueve cada pedalada, cada brazo que pinta una pancarta, cada aliento que hace sonar un silbato. Sí, CADA ACTIVIDAD BIEN HECHA, HA MERECIDO LA PENA.


Publicado originariamente el 24 de julio de 2015